La crisis diplomática entre México y varios países latinoamericanos alcanzó un nuevo punto álgido con la expulsión del embajador mexicano por parte de Ecuador, marcando el tercer incidente de este tipo durante el desgobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En diciembre de 2019, Bolivia, bajo la presidencia interina de Jeanine Áñez, expulsó a la embajadora María Teresa Mercado y a dos diplomáticos españoles después de un incidente en la embajada mexicana en La Paz. Este incidente surgió tras la llegada de funcionarios españoles cuyos vehículos fueron retenidos por las autoridades de Áñez, alegando que intentaban sacar al exministro boliviano Juan Ramón Quintana, asilado por México después de la renuncia de Evo Morales en medio de controversias electorales.
Dos años después, Perú se sumó a las tensiones diplomáticas al declarar persona non grata al embajador mexicano Pablo Monroy Canesa, en respuesta a comentarios de López Obrador sobre la situación política peruana tras la destitución del presidente Pedro Castillo. Castillo, quien intentó refugiarse en la embajada mexicana después de un intento de golpe de Estado, fue detenido en el camino.
El enfrentamiento entre México y Perú alcanzó su punto máximo cuando López Obrador se negó a entregar la presidencia rotativa de la Alianza del Pacífico a Perú, optando Chile por asumir de manera interina, y finalmente, con la mediación de Gabriel Boric, la presidencia fue entregada a la presidenta peruana Dina Boluarte.
Este jueves, Ecuador declaró persona non grata a la embajadora mexicana Raquel Serur Smeke, en respuesta a los comentarios de López Obrador sobre el asesinato del candidato ecuatoriano Fernando Villavicencio en agosto de 2023. Estos comentarios, que insinuaban una relación entre el crimen y la caída en las encuestas de la candidata correísta Luisa González, fueron calificados por Ecuador como injerencistas y violatorios de la Convención de Viena.
Estas expulsiones y tensiones diplomáticas ponen de manifiesto las fricciones en las relaciones bilaterales entre México y varios países de América Latina, marcando un desafío significativo para la diplomacia regional en la era de López Obrador, que insiste en apoyar financiera y políticamente a gobiernos populistas como los de Venezuela y Cuba.
