La elección nacional -posiblemente la más concurrida en un siglo- quedó inconclusa, con una competencia más cerrada de lo esperado entre Donald Trump y Joe Biden y con el triunfo en manos de unos cinco estados clave que siguen contando las boletas, proceso que podría alargarse días.
Pero el presidente Trump declaró esta madrugada que “francamente ganamos esta elección”, acusó que hay un fraude y que procederán a la Suprema Corte para frenar el conteo, potencialmente con ello provocando una crisis constitucional.
Lo que empezó como una noche muy prometedora para los demócratas acabó pareciéndose a la de 2016, con el resultado dependiendo de relativamente muy pocos votos en unos cuantos estados. Florida, donde los demócratas pensaban que podrían sorprender les sorprendió a ellos al no comportarse como pronosticaban las encuestas.
Ahí el voto latino de los cubanoestadunidenses y venezolanos ayudó a darle el triunfo a Trump, con analistas señalando que su mensaje anti socialista contra Biden fue más efectivo de lo que se pensaba.
Sin embargo, el voto latino en Arizona podría reparar el daño que los latinos de la zona de Miami infligieron contra su campaña, y si esa tendencia persiste en ese estado del suroeste, todo dependerá de los tres estados del mediooeste. La autoridades de esos estados informaron que no tendrían resultados completos esta noche, y que el conteo podría tardar varios días esta semana.
Ante ello, ambas campañas alentaron a sus bases a tener paciencia y festejaron sus posibilidades de triunfo, aunque quedó claro que los demócratas estaban algo desinflados por no haber sorprendido con triunfos en otros estados claves en el sur del país y hasta soñaban “voltear” Texas, mientras que el bando de Trump estaba aliviado por evitar la derrota en varios estados donde al inicio del día estaban amenazando, como en Ohio y Carolina del Norte.
Georgia, donde continúa el conteo, aún podría sorprender a ambos bandos en una contienda muy cerrada.
Ante este panorama, Joe Biden, el contrincante demócrata, observó los resultados esta noche en su casa cerca de Wilmington, Delaware, a un par de horas de Washington. A las 12:40 de la madrugada, el ex vicepresidente fue el primero en hacer declaraciones a sus seguidores: “nos sentimos bien… en camino para ganar esta elección” y exhortó para que “se contarán todas las boletas”. Concluyó: “mantengan la fe, vamos a ganar”.
Trump, poco después de las dos de la madrugada, apareció ante las cámaras en la Casa Blanca proclamó, falsamente, que ”ganamos esta eleccion”. Acusó que estaban por contar los votos y que de pronto dejaron de hacerlo, acusando a los demócratas de estar realizando “un gran fraude”. Agregó que “vamos a ir a la Suprema Corte” para frenar el conteo de los votos. Así cumplió con su amenaza: poner en duda la legitimidad de la elección de manera peligrosa y sin evidencia -algo raro si es que pensaba que estaba ganando.
Antes, había enviado un par de tuits, donde sostuvo que estaba “ganando en grande” y advirtió que “ellos están intentando robar la eleccion. Nunca les permitiremos hacerlo”.
La participación electoral podría llegar al nivel más alto en un siglo. Lo más notable en esta inusual elección es que parece que por primera vez en la historia los votos anticipados, más de 100 millones, superarán los votos presenciales el día de las elecciones. Más de 100 millones de votos se emitieron antes de hoy, lo cual representa más de dos tercios del voto total en la última elección presidencial en 2016.
Pero lo más importante a entender en esta contienda presidencial es que un candidato puede ganar el voto popular pero perder la elección. Aquí lo que cuenta es cómo ese voto se expresa a nivel estatal, no nacional, y con ello cómo se reparte en votos en el Colegio Electoral, donde un ganador requiere 270.
Y aun en elecciones más “normales” que esta, el muy anormal sistema electoral estadunidense no pude garantizar ese principio básico de “una persona, una voto”, ya que no existe un proceso nacional. Por lo tanto, a lo largo de la jornada electoral, nadie sabía si sus votos contarían ni cuándo. Más aún, ante amenazas del presidente y sus aliados de buscar frenar conteos y descalificar votos, sobre todo los adelantados, si las tendencias eran negativas para ellos sembró más sospechas sobre el proceso.
En plena jornada electoral, un juez federal ordenó al Servicio Postal de Estados Unidos -el cual sufrió lo que en efecto fue un autosabotaje de sus operaciones bajo órdenes del propio presidente